Aquella querida noche, la noche que pecamos juntos, no se irá de mi mente por mucho que pase el tiempo. Quedará el recuerdo para ayudarme a seguir viviendo, cuando los años pasen y la vida se agote.
Desperté con tu perfume y ese algo tuyo aún en el aire. Las sábanas agitadas, tu imagen reflejada en mi retina. Y me sentí culpable de hacerte sentir culpable.
Fui el demonio tentador, el responsable de todo "mal". Pero también el ángel que disfrutó del paraíso de tus brazos, en la dulzura de una noche de verano.
viernes, enero 16, 2009
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